viernes, 16 de septiembre de 2011

Visión cubana…o al menos la mía, sobre el trabajo


Verdad que los seres humanos resultamos enigmáticos. Cuando somos pequeñitos adoramos jugar a ser la maestra, el maquinista de tren o la enfermera, y cuando tenemos la edad de asumir estas y otras tantas profesiones nos encantaría regresar a aquellos años en que nos obligaban a dormir el mediodía. Ese día a día de relojes que suenan cuando aún el cielo está oscuro, de tarjetas que rigen los horarios y de reuniones agotadoras en un salón cerrado y sin un bebedero a la vista, se resume como la rutina de trabajo del más común de los mortales.

Fundamentalmente para los recién graduados, que aún transpiramos el aroma de los libros del almacén, esta nueva vida de responsabilidad en serio puede provocar pequeños traumas al principio y el deseo de volver una ley eso de que laboren los enfermos…¿acaso no dicen que el trabajo es salud? No, la juventud no está perdida, si es eso lo que le pasa en este instante por la mente: todo es cuestión de aclimatarse a un nuevo escenario que incluye a varias generaciones.

Primer día en el centro donde comenzarás el Servicio Social. Quizás una bienvenida escueta, dije quizás; te percatas luego de que nadie escucha a Estopa en las computadoras y que al parecer le declararon la guerra al reguetón; mire, si saca así la memoria la va a….ayy disculpe, es lo único que se te ocurre decir cuando una señora acalorada por el climaterio prefiere mirarte con ojos glaciares por encima de los espejuelos.

Das tumbos todo el día, papeles, fotos, planillas médicas; los menos lozanos eufóricos con la presencia de alguien fresco que usa tacones y ropa ajustada, y cuando llegas a casa se abalanzan a preguntarte: dime, ¿te gustó el trabajo? Ayy, Santa Universidad, ¿por qué no durarías 5 años más? Vamos, no se espanten, que esa puede ser la primera impresión, y sin que te des cuenta en pocos días compartirás las catarsis matrimoniales de la traicionada, el por qué del favoritismo del director con las muchachitas de Economía y los planes para las fotos de quince de la niña de tu compañera.

Siempre he pensado en el trabajo como un medio de vida que no se limita a lo económico, pues influye en tu satisfacción profesional, en los nexos y amistades que puedes establecer con quienes te rodean, y sobre todo, en la pasión que logra despertar por lo que haces, ya sea relevante o no tanto, pero que nace siempre que realices tu tareas con dedicación.

No es menos cierto que la vida laboral y su maquinaria de rutina te pueden apartar en gran medida de otras actividades que te gustan, y que tienes que crear más trucos que Merlín para estirar el tiempo y colocar a la familia, la cena de aniversario, el arreglo de uñas y los ocho pantalones por planchar en un día de sólo 24 horas. Pero qué bien se siente ser parte de un colectivo y que aprecien tu labor. Ahh, cuidadito con hacer del trabajo el motivo de tu existencia, pues corres el riesgo de que los años se apresuren en una carrera loca y te dejen relegado sin algo más que papeles.

Pero bueno, hoy ya es el último día de trabajo…para algunos, así que relájese, que ya el lunes comienza otra jornada de madrugadas y almuerzos innombrables. Lo espero pronto, no deje que el trabajo lo prive de esta oportunidad de descubrirnos con la imagen de la palabra.

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