lunes, 5 de septiembre de 2011

Cuba enamorada


Quienes nunca se han enamorado tildan de ridículas las maniobras que somos capaces de tramar con tal de que nos regalen una sonrisa, una mirada…o al menos, un gesto que indique que esa persona conoce nuestra existencia. Sin embargo, usted y yo sabemos que esos que muchas veces asumen como protección la imagen de seres libres que no desean ataduras de papeles ni almuerzos dominicales con los suegros, necesitan, quizás con desespero, que les digan al oído esas cursilerías deliciosas que pasan de generación en generación.

En el amor caben todos los caprichos de la imaginación; provoca que accedamos, con una sonrisa en los labios, a degustar una cena especial que tiene pinta de saber a los mil demonios, pero ella se pasó medio día gastando aceite y ensuciando todas las vasijas en un perímetro de 10 metros con tal de regalarte un momento romántico. Qué importa que los cerditos del vecino resulten los beneficiados con el banquete, si ambos pueden celebrar el milagro de ser felices.

En nombre del más estremecedor de los sentimientos, ese que lo mismo te provoca implorar la eutanasia que el deseo de gritarle al planeta que ese flaco sin bíceps es el ser más perfecto del universo, se cometen todo tipo de excesos. Cada edad tiene sus peculiaridades a la hora de amar. Está esa pasión explosiva que alebresta a los adolescentes, capaces de caer en crisis existenciales y en declararle la guerra a la comida. Los padres que tengan un inapetente en casa, que suspire y traiga el humor por el suelo, no se asusten, que su enfermedad no se quita con vitaminas. Luego está el amor de los un poquito más maduros, con la tendencia moderna de albergarse en las casas de las novias o novios y no dejarse ver en una semana…parece que agua y amor bastan.

Los más tradicionales continúan con la costumbre de casarse, ya sea al estilo de la realeza o con un familión de borrachines, niños corriendo y chistes subiditos de tono, todo ello mezclado para desearle a la pareja que jamás se termine el amor. Ahh, y no crea que por los muchos años vividos, en el corazón de los ancianitos se desgastaron las emociones. Al menos yo disfruto inmensamente con la imagen de dos viejitos tomados de la mano, tantos años después del sí, acepto, y a pesar de que no deben quedar demasiadas cosas por conocerle uno al otro.

Del amor hay tanto y queda tan poco por decir. Para nadie tiene el mismo rostro, pero a todos, si tenemos suerte, nos estremece, al menos, una vez en la vida. Y si se presenta dos, tres o en 20 ocasiones, pues aprovéchelo, que querer y ser querido nunca está de más.

A las mujeres, no crean todos esos rumores que nos intentan convencer de que los hombres son unos descorazonados que sólo nos utilizan. Como dice el refrán, cada zapato tiene su horma, y el tipo más duro de la cuadra quizás esconde sentimientos demasiado tiernos…y si los socios se enteran lo pueden coger para el relajito. Ahhh, el hecho de que no sea un poeta no implica que te ame menos…lo que sucede es que él no se enamora, sino que coge tremendo metío.

No dude en decirle a esa persona especial, que quizás está a su lado o vive aún en el espacio de sus sueños, cuán importante es para tu mundo. Nadie se cansa de escuchar que lo aman, y la sola mención de ese sentimiento puede cambiarte el día, o el resto de la vida. Con ese amor del cursi, del profundo, del micki o del repartero, me despido por el momento, para dentro de una hora, o tres días, descubrirnos una vez más con la imagen de la palabra.

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